Vamos al grano.

Hay algo que mucha gente no se da cuenta.

Hasta que un día…

Boom.

Susto.

Urgencias.

Y un montón de palabras médicas que no suenan bien.

¿Sabes qué tienen en común el cansancio constante, el estrés que no se va, el azúcar alta, la presión por las nubes y ese colesterol que da guerra?

Todos ellos son señales.

El cuerpo te habla.

Otra cosa es que lo escuches.

A veces no duele.

A veces no avisa.

A veces simplemente está ahí, en silencio, desgastándote poco a poco.

Y lo que pasa en silencio, muchas veces es lo más peligroso.

Hablemos claro.

Hay algo que se llama síndrome cardiometabólico.

No es una enfermedad en sí.

Es un conjunto de factores que se van juntando y que, cuando se combinan, hacen que el cuerpo

esté en riesgo constante de algo grave.

¿Grave cómo?

Infartos.

Derrames cerebrales.

Insuficiencia renal.

Pérdida de memoria.

Incluso ciertos tipos de cáncer.

¿Y cuáles son esos factores?

Anota:

• Presión arterial alta: como tener una manguera con mucha fuerza dentro de una cañería débil. A la larga, rompe algo.
• Azúcar elevada: cuando el cuerpo no procesa bien la glucosa, esa azúcar daña los vasos, los nervios y los órganos. Es como oxidarse por dentro.
• Colesterol y triglicéridos altos: imagina grasa pegándose por dentro de tus arterias, como sarro. Con el tiempo, obstruyen.
• Grasa abdominal: no es solo “panza”. Es un tipo de grasa que está activa, genera inflamación y pone al corazón en jaque.
• Inflamación crónica: como si tu cuerpo estuviera en modo alarma todo el tiempo, aunque no haya peligro real. Eso agota, desgasta y rompe.

Y ahora, lo más jodido:

Todo esto puede avanzar sin síntomas.

Sin aviso.

Hasta que… pasa.

Por eso no sirve esperar a “sentirte mal”.

Cuando te sientes mal, muchas veces ya vas tarde.

La buena noticia es que se puede prevenir, controlar e incluso revertir.

Pero no con una pastilla mágica.

Ni con una dieta milagrosa.

Ni con miedo.

Se hace paso a paso.

Te lo resumo así:

• Hazte controles básicos: presión, glucosa, colesterol.
• Mueve el cuerpo: 20 minutos al día de caminata ya cambian tu química interna.
• Come con lógica: menos ultraprocesados, más cosas reales.
• Baja el estrés: si el cuerpo cree que estás en guerra todo el día, se enferma.
• Sigue tus tratamientos: si ya tienes algo diagnosticado, no lo dejes a la mitad.

Y si no entiendes lo que te dijeron en consulta…

Si saliste con más dudas que certezas…

Si te dijeron “tienes una arritmia” y no te explicaron qué significa eso para ti…

Aquí estoy.

Esto no es una consulta médica.

Es una asesoría.

Con tiempo.

Con explicación.

Con palabras normales.

Con foco en ti.

Para que entiendas tu diagnóstico.

Para que sepas qué decisiones tomar.

Para que puedas vivir más tranquilo.

Y para que tu cuerpo deje de ser un misterio que da miedo.

Tu corazón tiene un sistema eléctrico.

Y como cualquier sistema eléctrico, si hay un cortocircuito, el ritmo se descontrola.

Eso es lo que hacemos en la electrofisiología:

Identificar el problema eléctrico.

Corregirlo si se puede.

Y ayudarte a que tu corazón lata como debe, no como le da la gana.

Pero para que eso funcione, tu cuerpo tiene que estar bien por dentro.

Tu metabolismo tiene que acompañar.

Porque el mejor tratamiento del mundo no sirve si el terreno está inflamado, desequilibrado o

dañado por años de descontrol.

Así que, ¿por qué no empezar hoy?

No te estoy pidiendo que corras un maratón.

Ni que tires toda la comida.

Ni que vivas a ensaladas y agua.

Solo haz algo hoy.

Una cosa.

La que tú elijas.

Y si quieres que alguien te lo explique paso a paso, sin prisa y sin jerga médica, ya sabes dónde

encontrarme.

Tu salud no puede esperar.

Y tú no tienes que hacerlo solo.

Haz clic, agenda.

Y empecemos a poner orden.