Fibrilación auricular: cuando el
corazón se vuelve loco
Ayer vi a Ana. 42 años.
Estaba cobrando mi café cuando palideció.
—Siento que el corazón se me va a salir —dijo, temblando.
Le tomé el pulso. Irregular. Rápido. Desordenado.
Fibrilación auricular.
Un problema eléctrico donde el corazón no late, tiembla.
No siempre duele.
No siempre avisa.
Pero puede dejarte sin habla.
O sin vida.
La buena noticia: se puede detectar a tiempo.
Las Guías de práctica clínica lo dicen claro:
un simple electrocardiograma,
o incluso un reloj inteligente con ECG,
puede cambiar tu historia.
¿Suena exagerado?
No lo es.
Estudios serios han demostrado
que detectar esta arritmia en personas sin síntomas
reduce el riesgo de accidente cerebrovascular y complicaciones graves.
Pero el diagnóstico es solo el primer paso.
Después vienen decisiones.
¿Controlar el ritmo cardiaco o solo la frecuencia cardiaca?
¿Usar anticoagulantes?
¿Tomar medicamentos antiarritmicos,
ó, hacer una ablación de la Fibrilación auricular?
ó, las dos cosas ?
y en depedencia de la severidad de la dilatación de la aurícula izquierda
ablacionar el nodo auriculo ventricular e implantar
un marcapasos con estimulación fisiológica ?
Cada caso es distinto.
No hay una única receta.
Las guías proponen varias opciones:
- Anticoagulantes orales para prevenir coágulos.
- Betabloqueadores o antiarrítmicos para controlar el ritmo y la frecuencia cardiaca.
- Cardioversión eléctrica, si hace falta convertir al ritmo normal del corazón.
- Y, si no hay respuesta, una ablación por catéter para ir directo al foco que genera el problema.
Y lo más importante: corregir los factores de riesgo.
Hipertensión.
Diabetes.
Obesidad.
Apnea del sueño.
Consumo excesivo de alcohol.
Tabaquismo.
Cuando los controlas estos factores de riesgo,
la arritmia también se calma.
Los episodios se reducen.
Tu calidad de vida mejora.
Ana lo entendió después del susto.
Ahora camina al trabajo.
Respira con más tranquilidad.
Come mejor.
Y duerme sin miedo.
¿Y tú?
¿Vas a esperar a que tu corazón grite para escucharlo?
Tómate el pulso.
Si late raro, no lo ignores.
Hazte un electro.
Consulta.
Haz preguntas.
Cuida tu ritmo.
Porque vivir con una arritmia no es igual a vivir con miedo.
Y no tienes que vivir limitado si puedes vivir informado.
P.D.:
Si alguna vez te hacen un electrocardiograma y aparece una arritmia, pide una copia o toma una
foto.
Ese pequeño papel puede contarle al médico todo lo que tú no sabes cómo explicar.