Maria estaba en el supermercado cuando sintió una presión en el pecho.

Miró su reloj.

Pulsaciones: 180 por minuto.

—Debe ser el estrés —pensó.

Pero no bajaban.

Fue a urgencias.

El médico la miró y dijo:

—Vamos a hacer una maniobra de Valsalva.

—¿Una qué?

Antes de que pudiera preguntar más, le dieron una jeringa vacía.

—Sople fuerte dentro de esto durante 15 segundos.

Maria obedeció.

Después, le levantaron las piernas y lo acostaron rápido en la camilla.

—Ahora, respire normal.

Pasaron unos segundos.

Y su corazón volvió a la normalidad.

No medicinas. No choques eléctricos.

Solo aire y gravedad.

La maniobra de Valsalva no es magia.

Se basa en un reflejo natural del cuerpo.

Su origen se remonta a 1704,

cuando Antonio Valsalva la describió

para tratar problemas en el oído medio.

Pero con los años, los médicos notaron algo curioso:

al hacerla, el corazón también reaccionaba.

Hoy sabemos que es una herramienta clave para detener

ciertas taquicardias supraventriculares paroxísticas.

Ojo.

No sirve para todas las arritmias.

Si la taquicardia tiene QRS ancho,

viene con mareos intensos o dolor en el pecho,

mejor no perder tiempo y buscar ayuda.

Pero si tienes un historial de taquicardias supraventriculares,

podrías intentarlo antes de salir corriendo al hospital.

La técnica correcta:

1. Soplar con fuerza contra una resistencia (como una jeringa de 10 ml) durante 15 segundos.

2. Cambiar de postura rápidamente a decúbito supino con las piernas elevadas.

3. Esperar.

Si funciona, te ahorras un viaje a urgencias.

Si no, toca buscar ayuda médica.

Saber esto podría evitarte una noche en observación y una dosis innecesaria de adenosina.

P.D.: Si alguna vez tienes una taquicardia, guarda el electrocardiograma o tómale una foto. A tu Cardiólogo – Electrofisiólogo le interesa más ver la taquicardia que la calma después de la tormenta